jueves, 21 de octubre de 2010

CONFESION AL VACIO

Anoche la luz de la luna reflejada en tus ojos, durmieron al sueño y despertaron al desvelo.
Por desespero perdí mi vuelo
y con ello, la oportunidad del careo.
De estar frente a frente, a la luna, a ti.
Como buen aventurero tomé el primer vuelo,
en busca de un toque de cielo y hoy me encuentro en el suelo…
Y es que tú no sabes…
Pero no solo me enseñaste que no es necesario despegar
de la tierra al cielo para sentirse flotar…
Me enseñaste a que antes de jalar el gatillo,
Hay que observar, equilibrarse y no temblar…
Poner el casquillo donde va, sin hablar.
Astronauta Tirador…
Me enseñaste que sentirse feliz, no es lucirse en autos de modelo reciente,
Sino sentirse plena a bordo de un “bocho”.
Me enseñaste a secuestrar sin antes planear,
A tocar al aguamala, sin que pueda quemar…
a mirarte en un gansito y enseñarte a recordar…
Pero no me enseñaste a olvidar, ni ha mentir, ni ha guardar
Y ahora estoy aquí, confesando al vacío…
Un té de manzanilla con anís, un marlboro a medio encender y mi Dios,
Son testigos de como mi mano dirige a la pluma y ansía terminarse la tinta…
Con ganas de volver atrás.
Perdí aquel viaje a la luna “solo tú y yo”,
pero no pierdo la esperanza de un día
Encontrarte en la gran terminal de la vida
Y decirte al oído y con el reflejo de la luna en tu mirada,
Que nunca habrá otro astronauta tirador y que cuando quieras,
Nos vemos por ahí para hacerte entrega de aquel nuestro rifle
y de una vez, mi corazón…

lunes, 19 de julio de 2010

CUCO QUIERE PERO ELLA NO PUEDE…

El name le cae como anillo al dedo. Mientras él se refugia en la “baiza” de un gallo mal forjado, yo lo hago en él.
Sólo tiene veintiún years old, pero las marcas de su piel refieren que son más. Cada línea de expresión denuncia ilegalidad. Su prioridad era cumplir con el reto de su primer empleo: cruzar como un pobre burro, el desierto sonorense con el lomo cargado de droga, birlar a los gringos, trepar la malla fronteriza y entregar la mercancía. Ahí brotaron algunas.
Otras llegaron después, con la preocupación de mantener el mejor índice de ventas en un segundo business: un tiradero de cristal en la colonia.
A veces la vida no trata bien… Terminó como repartidor de sushi. Y yo, declarada una amante de éste arte culinario, ya sabrán en que paró.
Antes que su motorcycle, se atravesó su mirada. Tan destructiva como una ráfaga de AK-47. Antes de ser acribillada, solté un: “¿Te molesta si te pido el número de celular?”.
Obvio, contestó: No.
Jamás su indiferente belleza había sido exaltada por alguna chica de la clase media o media alta, ya ni sé a cuál pertenezco¬, es lo de menos.
Una, dos, tres salidas… Son suficientes. Un buen boy, bañado de maldad, abrazado por los retazos del amor, fumado por la marihuana y aconsejado por su madrecita, la única a la que debía respeto, La Santa Muerte.
Juraba y perjuraba, que había sido por la gracia del santo mortífero que se había hecho del “cantón”. Puro paro. Invadió terreno y después de unos años, fue suya. Tres cuartos y un baño, no más. En casa podía faltarle el pan, pero jamás la mota ni la santa.
Ella siempre está ahí, frente a la cama, me ha visto semidesnuda un par de ocasiones. Porque cabe aclarar, que Cuco es ocasional. Me excita saber que debajo del colchón, no muy cómodo por cierto, guarda una calibre .45, lista para ser descargada en la sien de cualquier malandro que intente algo en su contra, o en la mía, you know.
El jale tenía que terminar. Y pasó muy a tiempo, porque tantito más y la .45 hubiera sido detonada in my face y ahí sí, que i am done forever.
Nunca me llamó por mi nombre, porque nunca se lo dí. Le dí las nalgas, pero hasta ahí. Yo para él fui “mimorra” y él para mí Refugio, pero de cariño le quedó Cuco.
“Ahí viene la buena” soltó a un adicto del barrio que lo acompañaba, cuando me vio llegar.
Me tenía respeto y yo no dejaba de sentirme una diva, aunque devaluada. Era un repartidor de sushi, ex repartidor de cristal y ahora, como buen filántropo, repartidor de refugios…
Ante la presencia de un pinche fenómeno perturbador en mi vida, tuve que buscar un refugio temporal y lo encontré en él, no era el mejor, pero me hacía sentir bien…
Nunca toleré los humos de “moys”, aunque su esencia me agradara. Tampoco me hice fan de su “pitochico”, que a su decir, necesitaba auxiliarse de otros métodos para que su miembro aumentara unos cuantos centímetros. Su proposición era succionarle el pene. Jamás lo hice. Por el contrario, me encantaba amamantarlo. Ya en éxtasis, lo demás, era lo de menos…
Entonces, eran algunos inconvenientes los que yo encontraba en Cuco y, era justo y necesario, que saliera de él. Mi móvil cantó y yo le hice segunda, contesté.
-Mimorra, ya casi salgo del work. ¿Dónde puedo “guacharte”?
-Voy a casa, estoy saliendo del cine. Pero tengo hambruna, se me antoja sushi. Pero igual si ya te vas, no te preocupes, algo encontraré- Le respondí mostrando indiferencia.
-¿Eso significa que no puedo verte?
-No mamars, friend. Estoy medio cansada y es tarde, lo dejamos para mañana Cuco; ¿va?
La llamada se cortó, mejor dicho, me colgó el cabrón. Pero todo bien, total tenía una cita con un “abogadillo” recién salido del horno, apenas había terminado sus estudios de la licenciatura en Derecho y ya fungía como “manguera” de un Ministerio Público.
Total, que sin ser policía, Cuco me agarró en con las manos en la masa. Entonces, pensé que pudo haberme sometido con las esposas sin llave que me regaló; y fantaseé. No me quedaba de otra…
Temí que Cuco, le pidiera un favor a su “madrecita santa”. Nunca le caí bien, porque le robé la atención de Cuco por unos días; no aguanta nada. ¿Qué tanto es tantito?
Total, yo dejé a Cuco, y él, como siempre, terminaba refugiándose con “la mari”. Sí, esa, la misma de ayer, la incondicional…la que no espera.
Cuco sigue ahí, echando humo eternamente, porque piensa que las drogas, dan más lecciones de fidelidad que las mujeres. Siempre están ahí, a la orden del día, te hacen feliz, te permiten reflexionar; descansar. Quizá tenga razón.
Cuco quiere, pero ella no puede. Entonces, bye.

domingo, 27 de junio de 2010

Transición

En un abrir y cerrar de ojos…
De un “me vale madre” a un “me importa todo”.
De un “no te quiero” a “quiero estar contigo”.
De enero a junio te ausentas y de agosto a diciembre, en mi mente te asientas.
La primavera te pierde y la Navidad te devuelve.
Desapareces en “la Ciudad de las Montañas” y apareces en “El Cerro de la Campana”.
Mi estado ya no es Sonora, es casada.
Y mi ciudad ya no es “del sol”, es de smog.

jueves, 8 de octubre de 2009

INCIDENTE ESPIRITUAL

“Me siento pegajosa. Desprendo un olor fétido, pero aún no he muerto, lo juro —aunque no debería hacerlo”, confesó una mujer a su Dios trino.
A sabiendas de la anemia espiritual que le habían diagnosticado, se esforzaba por alimentar el alma. Trataba de digerir el sexto capítulo de los proverbios a través de la sonda de sus pupilas, que perezosas lograban un vaivén entrelíneas.
A duras penas el cerebro captaba la historia.: “Abominación por el hombre que anda en pecado”.
“Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará impune ninguno que la tocare”…”Para saciar su apetito cuando tiene hambre; Pero si es sorprendido, pagará siete veces; Entregará todo el haber de su casa”.
El acto fue contraproducente. De pronto unas ganas desmesuradas de comer, comerse… Aunque consciente que después se enfrentaría a sí misma, pero ya asqueada.
Los ojos de la mujer concluían el texto. A la par, acariciaba el camisón de seda y estimulaba más el apetito. Un pacto entre dos colegas surgió. Pulgar e índice conspiraron para presionar al pezón hasta erguirlo. Lo demás está demás.
Sintió tranquilidad. Pensó en una justificación para el día del juicio. La fémina se refugió en uno de los diez mandamientos:
“Sólo sé que no cometí adulterio y falta de entendimiento no soy. Sí encontré vergüenza, mas su perdón aún no”.
No era ella la culpable, sino la carne. La Santa Palabra, escrita por hombres santos de Dios… despertó su apetito. Torturada por su misma conciencia repetía una y otra vez:
“Comí, sacié y satisfice. Pero insisto aún no he devuelto. Sin embargo, me siento pegajosa, desprendo un olor fétido, pero muerta… no estoy”.
Después comprendió:
Era vomitada. Apocalipsis 3:16.

miércoles, 15 de julio de 2009

CUÉNTAME



Hoy me he dado cuenta que no sé contar.

Sí, es verdad. Cuento números, más nunca he contado al infinito,

Aunque por tí contaría aun más.

Cuento cuentos, mas no soy "cuentacuentos".

Cuento historias, mas no soy historiador.

Sé contar, pero contador no soy.

Cuento... números, cuentos y cuentas, historias y aún más.

Mas los días sin tí, no los sé contar.

Yo no sé si tu sepas contar, pero conmigo sí cuentas.

Cuentas con mis ojos cuando te veo, aún sin verte.

Cuentas con mi olfato, cuando te respiro, aún sin llenarme de tu oxígeno.

Cuentas con mis sueños, porque en ellos te apareces.

Cuentas con mis labios porque solo de tí y por tí hablan, murmuran y callan.

Cuentas con mi corazón, porque solo por tí late.

Cuentas con mi vida, porque por tí la doy.

Tú si sabes contar, aunque tampoco eres contador.

Tú si sabes contar, aunque una y otra vez olvidas los números.

Tú si sabes contar, porque cuentas conmigo.

Yo no sé contar, porque no cuento contigo porque no estás conmigo.


P.D. Haz la conversión exacta donde el resultado final de tu ecuación... sea yo.


A T E N T A M E N T E

Yo tu #



lunes, 6 de julio de 2009

RECTA FINAL

El choque de las copas en el brindis nupcial fue mortal, pero planeado. Las gotas de champagne se derramaron y los cristales quedaron esparcidos por el suelo -pero el incidente no importó.


La sed de la nueva pareja era insaciable y los tragos de aquel espumoso vino no eran suficientes. Los novios -simplemente- buscaban terminar con aquel "teatrito".


Era tarde ya, las manecillas del reloj marcaban más de las dos de la mañana -hora en la que legalmente terminan los festejos- y el deseo de tenerse el uno al otro, cada vez se alimentaba más.


El hecho de convertirse en un monstruo de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro pies, era ya una gran necesidad.


Ambos, apresurados, dicidieron no esperar un minuto más y saborear-al fin- las mieles de la luna, sin pensar que más tarde, ésta se transformaría en un satélite sangriento.



La travesía inició. Cada kilómetro recorrido de la carretera Internacional, para ellos era un siglo -claro, las caricias, los susurros al oído y la lengua empapada de la fémina recorriendo el largo cuello de su amado, no se hicieron esperar.


Él pedía más, ella -obvio- no se podía negar. Finalmente, la sofocante actividad no llevaría más el nombre de "prueba de amor" sino "regalo de bodas".


El índice de la dama recorrió lentamente la pierna del conductor,posterior a ello la ingle del caballero. Éste emocionado imprimía mayor fuerza sobre el acelerador del clásico. La aguja del velocímetro subía y subía, en cambio el cierre de aquel pantalón acampanado y éste, bajaban y bajaban. Ella perdió el control, ya no era la bella sino la bestia. Él, hechizado por el placer se dejó llevar hasta el límite.


Cuando la joven despertó de aquel orgasmo fantasmagórico, imaginó ser rodeada por hombres vestidos de blanco que -entre ellos- murmuraban, la toqueteaban, tratando de reanimarla. Concluyó, trataba con la realidad.


El vestido blanco de ella tomó un tono rosado, las gotas de sangre lograron la combinación. Él siguió soñando, ya no despertó... Terminó -no solo húmedo, también muerto.


Veinticuatro horas más tarde, un diario publicó el fatídico accidente. La forma en que ocurrieron los hechos se omitió. En el texto solo resumían que aquel clásico había salido de la cinta asfáltica por exceso de velocidad -como todos.


Él se fue con el secreto, ella quedó con la culpa.