lunes, 6 de julio de 2009

RECTA FINAL

El choque de las copas en el brindis nupcial fue mortal, pero planeado. Las gotas de champagne se derramaron y los cristales quedaron esparcidos por el suelo -pero el incidente no importó.


La sed de la nueva pareja era insaciable y los tragos de aquel espumoso vino no eran suficientes. Los novios -simplemente- buscaban terminar con aquel "teatrito".


Era tarde ya, las manecillas del reloj marcaban más de las dos de la mañana -hora en la que legalmente terminan los festejos- y el deseo de tenerse el uno al otro, cada vez se alimentaba más.


El hecho de convertirse en un monstruo de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro pies, era ya una gran necesidad.


Ambos, apresurados, dicidieron no esperar un minuto más y saborear-al fin- las mieles de la luna, sin pensar que más tarde, ésta se transformaría en un satélite sangriento.



La travesía inició. Cada kilómetro recorrido de la carretera Internacional, para ellos era un siglo -claro, las caricias, los susurros al oído y la lengua empapada de la fémina recorriendo el largo cuello de su amado, no se hicieron esperar.


Él pedía más, ella -obvio- no se podía negar. Finalmente, la sofocante actividad no llevaría más el nombre de "prueba de amor" sino "regalo de bodas".


El índice de la dama recorrió lentamente la pierna del conductor,posterior a ello la ingle del caballero. Éste emocionado imprimía mayor fuerza sobre el acelerador del clásico. La aguja del velocímetro subía y subía, en cambio el cierre de aquel pantalón acampanado y éste, bajaban y bajaban. Ella perdió el control, ya no era la bella sino la bestia. Él, hechizado por el placer se dejó llevar hasta el límite.


Cuando la joven despertó de aquel orgasmo fantasmagórico, imaginó ser rodeada por hombres vestidos de blanco que -entre ellos- murmuraban, la toqueteaban, tratando de reanimarla. Concluyó, trataba con la realidad.


El vestido blanco de ella tomó un tono rosado, las gotas de sangre lograron la combinación. Él siguió soñando, ya no despertó... Terminó -no solo húmedo, también muerto.


Veinticuatro horas más tarde, un diario publicó el fatídico accidente. La forma en que ocurrieron los hechos se omitió. En el texto solo resumían que aquel clásico había salido de la cinta asfáltica por exceso de velocidad -como todos.


Él se fue con el secreto, ella quedó con la culpa.

2 comentarios:

  1. Me encantó este cuento!! jajajajaja

    ¿te acuerdas cómo nos hiciste reír a todos cuando lo leíste en el salón?

    Hasta a los calvitos se les pararon los pelos.

    Ale

    ResponderEliminar
  2. woaw ...cautivadora la historia ee.. me gusto el vocabulario con el que te expresaste de los invididuos calenturientos.
    nice story Noelia! ;)

    ResponderEliminar